- Cariño… Cariño… Despierta…- susurraba dulcemente mi madre, a los pies de mi cama – Te has quedado dormido con la luz encendida.
- Vale…- dije yo, medio dormido todavía, dejando hacer a mi madre.
- Suelta el libro y túmbate del todo, para que pueda arroparte.
- Gracias mami – dije yo, mientras me entregaba del todo al sueño.
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Una vez oí que si al recordar un año este no te hacia reír o llorar, no había servido para nada. Dicho esto, puedo decir que reí siempre, que lloré cuando no pude más, que quise con el alma, que perdoné y fui perdonado y quise y fue querido, pero ante todo puedo decir, sin miedo a equivocarme, que disfruté.
Un abrazo enorme desde el fondo del océano
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