Yo acudía todas las mañanas con resignación y buenos alimentos a instruirme en materia de medio ambiente y naturaleza, tratando de integrarme social y emocionalmente con especies de mi misma naturaleza raticuliana, llamados compañeros, al tiempo que culturizaba mi ignorante cerebro, pero está visto que soy un ser desarraigado en mi planeta y fuera de el. Habrase visto.
Al principio nos llevábamos todos muy bien entre nosotros mismos, no sé si tuvo que ver el hecho de que desaparecieran los lunes del calendario solar, lo que provocó un desequilibrio en nuestras mentes, pero el caso es que fui acusada ante notorio de ser el mismísimo hombre-lobo, camuflada baja una apariencia estraterroide-humanoide de origen céltico, causando el caos generalizado, entre la población estudiantil.Y aquí que cuando a unos se le mete una cosa en la cabeza no hay quien se la saque, pues eso, me expulsaron del curso diciendo que allí “animales no” , sin dejarme mediar palabra y ante mi desconocimiento sobre quien era el famoso hombre lobo. Fui derivada al bosque más cercano (a 200 años luz raticuliana), gracias al servicio de transporte lobo-bus y condenada a vivir en manada durante la época que durase el celo, unos 150 años año arriba, año abajo, por eso de contribuir a la Enlace.
Afortunadamente, conseguí escapar en el camino y llevo desde entonces dando vueltas alrededor de mi misma en un espacio-tiempo relativo, buscando las coordenadas adecuadas con la esperanza de poder aterrizar en mi planeta en las próximas horas y retomar mi vida de siempre. Al menos ahora ya tengo cobertura.